sábado, 19 de enero de 2013

Capítulo 28- "Fin de la primera parte"


-Muchas gracias-le besé.
- Venga chicos, meteos en el coche que al final llegamos tarde.
-Pedro y yo: ¡Ya vamos!
Nos montamos en el coche y pusimos rumbo hacia el aeropuerto.
- ¿Alguna vez has montado en avión, Pedro?
- Sí, hace ya un par de años tuvimos que viajar porque mi tío estaba enfermo.
- ¿Ya está mejor?
-La verdad es que no. Murió.
-Lo siento mucho… no lo sabía.
- No pasa nada. Hace mucho de eso.
-Ya queda poco para llegar-rió mi padre.
-Que pronto ¿no?
- Estaba aquí al lado.
- Pero si no son ni las siete y media ¿Por qué hemos venido tan temprano?
-Porque quería despedirme de ustedes tomándonos algo.
-Papá, no es el fin del mundo. Es solo este verano-sonreí.
- Ya lo sé. Pero acostumbrado a que duermas todos los días en casa y estés cerca de mí y… ahora te vallas el verano. Lo voy a pasar mal.
-Te llamaré todos los días ¿vale?
- Eso seguro ¿eh?-rió-Pedro, cuídamela.
- No lo dudes. Siempre lo hago-me agarró de la mano.
Llegamos al aeropuerto y nos dirigimos hacia una cafetería para tomarnos algo, como dijo mi padre. Nos sentamos y pedimos dos coca-colas y una Fanta.
-Ya sabes Estela, llama a tu madre antes de montarte en el avión ¿vale?
-Sí.
- Bueno, llegó la hora de despedirse-sonrió- Pasadlo bien allí y llámame todos los días ¿entendido?
-Sí papá. Que pesadito eres cuando quieres-reí.
Le abracé muy fuerte y le di varios besos en las mejillas. Pedro le estrechó la mano y mi padre no contuvo las lágrimas y le abrazó.
-No llores papá, por dios. Que son solo un par de meses.
- No pasa nada hija. Estoy bien.
- No llores más ¿vale?
-Vale. Venga, iros ya que vais a perder el avión. Tomad las entradas.
-Te quiero mucho.
- Y yo hija, y yo.
Nos alejamos de él y nos despedimos de nuevo con la mano. Luego agarré a Pedro y seguimos adelante.
Cuando pusimos el equipaje en la cinta transportadora, le pegué el toque a mi madre.
-Vamos-me tiró pedro del brazo suavemente.
-Adelante. Espero que esto del avión no me de mareos ni me siente mal.
- No creo. Pero de todas formas te doy un consejo. Ponte unos cascos nada más empecemos a volar. Así no te dolerán los oídos.
-Vale, gracias.
-De nada. Yo haré lo mismo.
Ambos nos pusimos los cinturones de seguridad y los cascos.
-Pasajeros, pónganse los cinturones, pronto despegaremos.
Pedro y yo nos miramos y nos agarramos de la mano. Estaba muy nerviosa.
De pronto… el avión empezó a andar y más tarde despegó.

Me esperaba un verano a lo grande, con mi chico y visitando a mi madre. Tenía muchas ganas de verla.
También, cuando volviese, echaría de menos a mi mejor amiga; Laura. Pero sabía que seguiría en contacto con ella, ya sea por redes sociales o por móvil.

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